Algo que resulta especialmente complicado, no solo para un
diseñador novato sino hasta para los más experimentados, es el cobrar por sus
servicios. Habiendo tantos factores en nuestra contra como el desconocimiento
de nuestro trabajo, la presión social cuando nuestro cliente es un amigo o
familiar, la competencia no solo por nuestros mismos colegas sino por los que
solo saben operar programas de diseño y claro está, los problemas económicos que
aquejan a todos por igual; no es de extrañarse que muchas veces se termine
malbaratando un buen proyecto por no perder un cliente o incluso por temor a crear
una mala imagen propia. Lo que no notamos es que al hacer eso, no solo nos
afectamos a nosotros mismos, sino a todo el gremio en general.
Esto puede solucionarse si entablamos un diálogo abierto y
honesto con el cliente, haciéndole saber exactamente todo el proceso que
conlleva el realizar su proyecto; esto a través de juntas, entregas
preliminares, cotizaciones y presentaciones de resultado. Al esforzarnos en realizar estas
actividades, creamos en el cliente un conocimiento que tal vez antes ignoraba y
que debido a eso, sus expectativas no correspondían con el valor que se le planteaba;
como vemos, mucho de esto depende de nosotros y no del cliente.
¿Queremos vender? O
¿Queremos que nos compren?
No es precisamente lo mismo, lo ideal y que la mayoría desea
es que el cliente nos contacte, que nos busque, o sea que nos compre; esto es
completamente diferente a ser nosotros quienes persigamos y tratemos de
convencer al cliente, o sea ser vendedores.
Lo primero se logra estableciendo un punto de
diferenciación, hay muchos diseñadores allá afuera, ¿Qué experiencia le
ofrecemos? ¿Qué valor diferente al de los demás? Existen tres tipos de valores:
valor real, valor percibido y valor agregado. Nosotros tenemos que enfocarnos
al valor agregado, ir más allá para captar una mayor ganancia.
Una vez que tenemos definido estos aspectos, hay que conocer
las posibilidades para conseguir esta ganancia. Un diseñador se puede desenvolver
en dos modelos generalmente y cada uno tiene sus características en las que su
trabajo es redituado, el de empleado o independiente:
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¿Cuánto cobrar?
Ahora que ya conocemos el cómo, habrá que saber el cuánto.
Para esto cabe aclarar que no se proporcionará una especie de lista de precios
de uso común, cada proyecto tiene sus propios requerimientos y contexto que
hará que el valor cambie, en cambio se propone un gráfico para dar a conocer
los factores que al unirse darán forma a nuestro precio final. Factores como
costos, honorarios e impuestos que como ven, pueden variar dependiendo la zona
por lo cual es imposible crear precios que apliquen 100% a cada uno de los
proyectos de diseño realizables.
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Sin más que decir, también es recomendable tener comunicación con otros colegas, quienes en
base a sus experiencias pueden ayudar también en este complicado proceso de
poner precio a nuestras habilidades.
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